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Tuve yo la culpa, y era verdad, no se podía negar. Pero también es cierto, si eso le sirve de consuelo, que si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias. Nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente. Primero las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables. No llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos.
Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante uniforme y equilibrada, por todos los días del futuro. Incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o pedir perdón. Hay quién dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla.
José Saramago, Ensayo sobre la ceguera







4 comentarios :
very nice! hahahahaha
si es que es mejor no pensar ... ;D
besitos
El problema es que todo acto por insignificante que sea tiene consecuencias...y si pensaramos en las consecuencias de cada acción finalmente no podriamos vivir...mal que mal los errores son los que forman a los grandes sabios....
salió el diegumen lector :D
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